Atendiendo la cordial invitación hecha por la casa editorial para la actualización de estos elementos, al agotarse totalmente, por la generosa demanda de mis colegas y lectores, la cuarta edición, me he vuelto a sumergir en el inmenso placer de revisarla con el propósito de pulir en ella los sencillos conceptos que contiene, sino de ponerla en manos de ustedes, con la más rica actualización conceptual y jurisprudencial, pero especialmente, con la incorporación de las más recientes leyes y decretos, que la mantengan con la frescura que merece esta obra de contenido teórico y práctico acerca de las más importantes instituciones del derecho del trabajo.

La línea de pensamiento seguirá siendo la misma: el derecho del trabajo debe seguir cumpliendo la función política de pacificación y conservación de la regulación jurídica y el orden económico del sistema democrático, dentro de un consenso social permanente, observando con atención los niveles cada vez más elevados de desigualdad y pobreza extrema. Olvidar a Hart cuando afirma que la máxima desregulación y flexibilización del derecho como técnica de control económico y social nos lleva inexorablemente a una mercantilización del trabajo como mecanismo de producción y de los medios de satisfacción de las necesidades humanas; y es recordar también, que el mercado y la empresa escapan al control y ordenación del derecho del trabajo, y al trabajador ciudadano, sometido a las variables reglas de juego de ese mercado.